¿Cómo fue la tregua política que pactaron Alberto y Cristina?


El Gobierno nacional vivió en las últimas semanas sus peores días desde que volvieron al poder en diciembre de 2019. La derrota en las PASO y la crisis interna que generó pusieron en jaque el liderazgo de las dos principales figuras del oficialismo: Alberto y Cristina.

Sin embargo, ninguno se podía dar el lujo de patear el tablero y, con mucho esfuerzo y tras una agotadora negociación política, se pusieron al teléfono y protagonizaron un frío diálogo personal bajo la consigna ni vencedores ni vencidos. A pocos minutos de confirmar la avanzada de la vicepresidenta sobre el Gabinete que intenta comandar el Jefe de estado con más cartel que decisiones, ambos dirigentes decidieron dejar la crisis entre paréntesis hasta las elecciones del 14 de noviembre.

Si el Frente de Todos no alcanza a Juntos por el Cambio a nivel nacional, ambos asumen que habrá una nueva batalla campal por el poder entre la Casa Rosada y el Senado.

La tregua política es clara: aceitar la maquinaria electoral en las provincias propias, repartir pesos entre los votantes que no fueron a las PASO o apoyaron a los candidatos de la oposición, y desplegar una actividad hiperkinética en todos los ministerios.

Juan Manzur, apodado “la bomba tucumana” en Casa Rosada, es el encargado de ejecutar el pacto sellado por el Presidente y CFK. El nuevo Jefe de Gabinete debe hablar con sus colegas gobernadores sobre las posibilidades de revertir una derrota electoral que puso en jaque a la coalición oficialista.

Alberto Fernández está frío con De Pedro -inició la ofensiva de Cristina y no avisó al jefe de Estado-, y en el último viaje a La Rioja se notó la distancia entre ambos. Manzur conoce esa lógica de poder, lo ha hecho muchísimas veces en Tucumán, y aprovechará la coyuntura para avanzar sobre un territorio que estaba ocupado por La Cámpora.

El Presidente y la Vicepresidente intentan evitar una nueva derrota en noviembre, y se apalancarán en Manzur, Aníbal Fernández y Martín Guzmán para ejecutar un plan económico-proselitista de coyuntura.

El clima en el Gabinete es apocado con un cuota mínima de expectativa, pero todos reconocen en la intimidad que la tregua entre Alberto Fernández y CFK depende de un hecho electoral que está muy lejos de su alcance.