Oler a quemado: una de las secuelas del Covid-19

Uno de los síntomas del coronavirus a los que menos importancia se le ha dado es la falta de gusto y olfato, aunque sin duda es uno de los indicadores más claros de la presencia del SARS-CoV-2.

Si bien el 90% de las personas que sufrieron la perdida del olfato y gusto recuperaron completamente estos sentidos tras la enfermedad; pero el restante 10% presentaron variantes: algunos recuperaron el olfato parcialmente en cuyo caso el término médico es hiposmia; otros reportaron que los olores cambiaron es decir parosmia, y en el último caso, oler algo que no existe es decir fantosmia. 

El doctor Franklin Mariño, otorrino del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, dice que las consultas de pacientes que llevan meses con el olfato atrofiado por culpa del coronavirus van en aumento, pero aún hay muchos interrogantes al respecto.

El doctor Mariño explica que “el 90% de los pacientes lo recuperan espontáneamente el primer mes, o bien de un día para otro o bien de forma progresiva”.

En otros casos, el olfato no vuelve en esos primeros 30 días. La ciencia aún no conoce si esas personas podrán recuperarlo en un futuro, aunque sí hay estudios con otros tipos de virus que provocan el mismo síntoma y en los que los pacientes han recuperado el olfato hasta dos años después, según cuenta el doctor.

Parosmia

El doctor Mariño explica que la parosmia es un síntoma que ve con mucha frecuencia en el periodo de recuperación de los pacientes con coronavirus. “Cuando se infectan tienen a veces una pérdida muy severa del olfato y luego una recuperación parcial”, cuenta. En ese periodo es cuando aparece la parosmia, que es oler las cosas de forma diferente a la habitual. El doctor pone un ejemplo: “Un plátano les huele a cañería, o una fresa a limón”. Es decir que notan “un olor diferente a lo que están viendo realmente”.

Fantosmia

La fantosmia es “una especie de alucinación”. Según explica Mariña, “en el aire no hay ningún olor perceptible, pero estos pacientes lo notan y suele ser desagradable, como a quemado, a azufre o a incienso”.

A pesar de lo preocupantes que pueden parecer estos síntomas, el doctor cuenta que hay estudios que parecen demostrar que padecer alteraciones olfativas es inversamente proporcional a la gravedad de los síntomas de COVID-19.

Es decir, que se ha visto que “los pacientes con neumonía grave tienen una menor prevalencia de pérdida de olfato”, y viceversa.

Posibles causas de la fantosmia

Si bien todavía los científicos no conocen con exactitud las causas de que este trastorno aparezca, coinciden en distinguir básicamente dos tipos de fantosmia: periférica y central. La fantosmia periférica tiene su origen en neuronas sensoriales olfativas, es decir, las células encargadas de percibir los olores.

Esas células están ubicadas en los tejidos de la parte superior interna de la nariz. Los olores llegan hasta ellas por dos vías: la más común, las fosas nasales; la otra, el conducto que las comunica con la garganta. Esa conexión es la que nos permite identificar el sabor de lo que comemos, más allá de si se trata de algo dulce, salado, amargo, ácido o umami.

El origen de fantosmia periférica estaría en esas células sensoriales, que podrían verse afectadas por problemas que van desde rinitis y sinusitis hasta pólipos y tumores nasales.

La fantosmia central implica que el problema se halla en los receptores cerebrales. Resulta, por lo tanto, de mayor riesgo, ya que puede estar asociada con problemas importantes, como migrañas, epilepsia, diabetes, traumatismo craneal, ictus, esquizofrenia y mal de Parkinson.

En ambos casos, es muy importante consultar al médico ante la aparición de estos síntomas.