La Perla: un complejo con mucha memoria en Córdoba

Conocé los detalles de un predio que fue testigo de los años más oscuros de la historia argentina.

La Perla es un complejo que funcionó, entre 1976 y 1978, como el principal centro clandestino de detención, tortura y exterminio (CCDTyE) fuera de la ciudad capital, durante la dictadura autodenominada proceso de Reorganización Nacional. En ese entonces, formó parte de la red represiva bajo la órbita del III Cuerpo de Ejército, comandado por Luciano Benjamín Menéndez. Adoptó el nombre de la localidad en la que se encuentra.

Te invitamos a conocer este edificio, también llamado “la universidad” por los represores, por donde se cree que pasaron 3000 detenidos. Desde allí, se articulaban operaciones con Campo de la Ribera, el D2, dependencias policiales, militares, penitenciarias y de gobierno, tanto de Córdoba como de otras provincias que eran parte de la denominada zona 3.

Un poco de memoria

Según los legajos encontrados en el predio, el centro de detención La Perla funcionó desde 1975, antes del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, hasta 1979. Tenía como objetivo la persecución y eliminación de cualquier forma de participación política que confrontara con el proyecto político, económico y cultural impuesto por la dictadura.

Fue el CCDTyE más importante de la Zona 3, una de las cinco zonas militares en las que se había dividido el país. Estaba bajo la responsabilidad del III Cuerpo de Ejército con sede en Córdoba, a cargo del general Luciano Benjamín Menéndez y con alcance a todo el norte de Argentina.

El complejo tenía cuatro edificios de ladrillos vistos, tres de ellos comunicados por una galería. Dos de estos eran utilizados por oficiales y suboficiales, y el tercero era “La Cuadra”, donde se alojaban los detenidos. El restante funcionaba como garaje.

“La cuadra”

En un extremo de “la Cuadra” estaban los baños y en el opuesto cuatro oficinas para interrogatorios y tortura, y una para enfermería.
Era el lugar físico donde los detenidos pasaban la mayor parte de su cautiverio en el centro. Estaban casi todo el día acostados o sentados en colchonetas de paja, tapados con mantas de lana, a veces vendados y maniatados, permanentemente vigilados, amenazados y con la estricta prohibición de comunicarse.

Salvo por algunas modificaciones leves, la estructura se mantiene como en su periodo de funcionamiento.

La “Sala de terapia intensiva” y “Las oficinas”

La sala de torturas, también llamada “Margarita” por la forma de una de las picanas eléctricas, tenía un cartel que decía: “Sala de terapia intensiva – No se admiten enfermos”.

Mientras que “las oficinas” eran habitaciones utilizadas para sistematizar y almacenar la información extraída a los detenidos, que se sumaba a la acumulada previamente por los servicios de inteligencia del Estado.

Allí se le asignaba un número a cada preso para suplantar su nombre dentro del predio, y se confeccionaban carpetas y listados en los que se registraban su identidad y pertenencia política. Esta información era comunicada diariamente al Destacamento de Inteligencia 141 y Comando del III Cuerpo de Ejército.

Estas habitaciones también se utilizaron como lugar de cautiverio y para “preparar” a los secuestrados que los responsables elegían para ser asesinados.

Dormitorio, cocina y comedor

Aunque prácticamente desconocidas por los secuestrados, estas tres habitaciones eran fundamentales para el desarrollo cotidiano del centro clandestino.

La sala mayor era utilizada como dormitorio de la guardia; en la cocina se elaboraban los alimentos para trabajadores y cautivos: y la habitación menor era el comedor del personal.

Otras instalaciones

El edificio también contaba con baños, duchas y piletones. Era en esos espacios donde los prisioneros podían romper la inmovilidad de “la cuadra” y, si tenían suerte, hablar a escondidas con otros reclusos.

Estas habitaciones fueron modificadas sustancialmente con el uso del espacio como dormitorio de soldados. La zona de duchas no tenía muros divisorios y los piletones de cemento fueron retirados.

Además, estaban las caballerizas, que eran utilizadas como depósito de los cuerpos de quienes morían por las torturas, y el galpón de automotores, donde guardaban vehículos en desuso y reparaban aquellos que eran usados para los secuestros.

Un espacio para la memoria

El 24 de marzo de 2007, el Gobierno nacional traspasó el predio a la Comisión Provincial de la Memoria, creándose allí un espacio para recordar los acontecimientos que ocurrieron durante la última dictadura militar.

¿Querés recorrer el predio? Las visitas se realizan de martes a viernes, de 10 a 17 hs. La entrada es libre y gratuita.

¿Cómo llegar? Está ubicado sobre la Ruta Nacional 20, conocida como autopista Córdoba – Carlos Paz, a 12 kilómetros de la ciudad capital.